Caminas por las calles solitarias de mi mente
abro los ojos y estas tú justo en frente.
Por un instante entre la alucinación que me produce el humo
te vi en mi vida con mil rostros, pero siempre fuiste tu.
Abro los ojos y me sumerjo en el agua
como queriendo lavar con ella mis divagaciones,
pero tú permaneces ahí.
Tan real, tan irreemplazable, tan el amor de mi vida.
La tina, las velas, el trago dulce, el humo… tu.
Qué momento más cálido, imborrable, oscuro y alucinante.
¡Sin duda aquí la droga más adictiva eres tú!
Estas ahí observándome de esa manera que aún me resulta indescifrable,
de esa manera en que quiero que me mires cada día.
Estas aquí lavando mi cuerpo con tus manos colmadas de agua.
Mi mirada se clava en tus labios rojos, en tu cabello húmedo,
en la forma en que cada gota de agua se desliza por tu cuerpo.
Hay momentos en los que no sé si te comparto a viva voz mis deseos,
o tan irreal eres que puedes oír mis pensamientos.
Ahora tengo tus labios entre mis dientes, tu lengua entre mi boca,
tu saliva en mi garganta, tu cabello sobre mis senos y
tus manos en mi cuello queriendo impedirme respirar el aire que te sobra.
Mientras danzamos bajo el agua, siento hervir algo bajo mi pelvis
siento mis labios engrosarse,
tu respiración acelerarse y la mía casi apagarse.
Ahora tu piel va quedando dentro de mis uñas.
Trozos de mis labios dentro de tus dientes.
El deseo ahora se ha convertido
en mi único pensamiento y mi único sentimiento.
Mis oídos se extasían en medio de ese concierto delicioso de tus gemidos y el blues.
Ahora ese instante casi celestial,
esa sensación del placer de la existencia humana,
ese hervor que recorre nuestros cuerpos.
Tus manos, tus piernas, tu cabello, tus labios, tu rostro.
Ahora algo me da vueltas bajo el estomago.
Ahora algo hierve, presiona y recorre desde mis rodillas hasta mi garganta.
Quiero tenerte por siempre de esta manera,
quiero que esta sensación nunca se acabe.
Tu fuerza irrumpe dentro de mi cuerpo,
me empuja hacia un derroche de orgasmos.
El agua suena cual olas gigantes,
el agua golpea mi vientre y mis senos como fuerte cascada.
Y ahora el instante de sexo detenido evacuando de mi cuerpo...
Nadie acaricia mi cuerpo como tú.
Nadie irrumpe en mi deseo y mi lujuria como tú.
Quédate entre mis muslos mientras las pequeñas olas en nuestra bañera
se apagan poco a poco chocando contra nuestros pechos.
Y me di cuenta que ahora vivías conmigo,
y que cada noche tu cabello rozaría mis senos,
mis piernas presionarían tu cadera,
mi cuerpo danzaría sobre ti,
mis labios besarían tu piel,
mis ojos se abrirían y verían tu rostro,
tu olor perduraría en mi cama,
tu presencia se grabaría en cada espacio,
tu compañía ahuyentaría la soledad,
tu forma de ser me haría creer,
mis dientes te morderían constantemente,
te soñaría teniéndote a mi lado,
me resguardarías del frió,
me protegerías del peligro,
Y me harías feliz.